El Ejecutivo venezolano pretende, con una sola ley, acabar con el bloqueo que le han impuesto Estados Unidos y otros países mediante sanciones económicas, y aunque alardea que ya consiguió nuevos capitales es improbable que este mecanismo, lleno de secretismo en lo financiero, saque al país de la ruina actual.
La flamante Ley Antibloqueo otorga, sobre el papel, facultades al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, para desoír normas legales a discreción y bajo confidencialidad, con el propósito de captar inversiones que burlen las restricciones que hoy enfrenta su Gobierno y reanimen la agonizante economía nacional.