CUENTOS DE UN LÍDER: EPISODIO I: El héroe bajo la lluvia / Por: Leonardo Soto

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Original de Leonardo Soto

Parece que el mundo necesita héroes poderosos que los salven a todos. Valientes que se levanten ante cualquier adversidad y guíen a todos a la conquista por encima de los miedos, las derrotas, las dudas y los pesares de una vida llena de tormentas.

¿Quién no ha levantado su mirada al cielo implorando un salvador? ¿Un guía piadoso? ¿Un ser palpable que sea luz en los días oscuros y refugio en la lluvia tormentosa? Hemos perdido tanto, y parece que a nadie la importa, la justicia es una utopía ¿Existen héroes en este mundo?

¿Dónde están cuando el corrupto abusa del indefenso? Cuándo burlan al inocente, cuándo se embriagan ante el hambriento ¿Dónde están?

Pero, no hay héroes, aparentemente no existen pulcros libres de culpas, de moral inmaculada, y de ética irreprochable ¿acaso nadie permanece bueno en este mundo turbulento?

Caminaba bajo la lluvia, en la oscuridad de una ciudad bañada por el ruido del agua al caer, una joven, no más de 20 años de vida, sollozaba sosteniendo sus ropas empapadas y rotas, pedía al cielo el milagro de que aquel día no existiera, que solo sea una pesadilla que terminaría con un suspiro hacia otra realidad. Pero no, era real, era un momento en el que su alma parece que se sale de su cuerpo y su corazón late por inercia, pues ella renunció a la vida cuando fue violada en un callejón oscuro de aquella lúgubre ciudad.

  • ¿Por qué has permitido esto Dios? – Gritó en un sollozo lleno de dolor que parece iluminó el cielo como un relámpago.

Desde las ventanas de los edificios se veían siluetas que curiosas vacilaban una mirada ante aquel personaje bajo la lluvia, pero nada más que eso, una mirada, sin más que preguntarse: “¿Qué le pasará?”

Arrastraba sus pies con la pena de la inocencia perdida, de su voluntad doblegada y su fe rota porque no hubo un héroe que la rescatada de aquella pesadilla. Su mente divagaba, el ruido de la lluvia, la voz del hombre que la ultrajó retumbaba en su cabeza cual aguja punzante en la piel. Y en ese momento, se arrodilló y juró vengarse, juró infligir dolor a quien fuera más débil, a quien mereciera ser roto pues el mundo debe vivir lo que ella vivió, así se levantó y siguió su camino en aquella noche de lluvia que parecen gotas de ácido que llegar directo al alma.

El dolor fue aún mayor, cuando semanas después su cuerpo comenzó a cambiar, un ser inocente comenzó a crecer, producto de aquel acto que la destruyó, que le rompió el ser.

Un pequeño llegó nueve meses después, ella era juzgada por todos, jamás comentó lo que le pasó, su familia la quebró aún más, la hija prometedora de la casa cometió un error, y ni siquiera sabe quién es el papá. Oh Dios, aún más dolor el corazón de esta inocente.

El niño creció entre cuidados de su abuela, cumplió 5 años, la joven decidió irse de la casa, no soportaba los reclamos indirectos que aún salían de sus familiares y amigos, debía escapar, pues nada en su vida era como quería, era mucho peor de lo que jamás imaginó.

Sola con el niño, nada mejoró, ella lo golpeaba con odio, como si viera en aquel niño inocente el rostro del hombre que le borró le arrebató su ser, que le hizo vivir una pesadilla que no termina, el pequeño triste, veía que su mamá se derrumbaba en llanto luego de golpearlo, ella sentía dolor y culpa, es solo un niño, es su hijo, no es aquel hombre que ella recuerda con odio, ese pequeño es otro ser. Ella lo sabía, pero algo en ella era más fuerte que el posible amor hacia él.

¿Qué otro ser existe para un niño que pueda ser más amado que una madre? El niño, inocente, luego de ser golpeado por ella, la ve derrumbarse en llanto una vez más, las manos de ella sangran, las cortó con las estillas de ese objeto de madera, no hay consuelo, solo dolor.

El pequeño se acerca a ella, toma sus manos, las besa y le dice:

  • No llores mamá, mañana los dos estaremos mejor y juntos iremos a jugar en el parque, quiero ver las cometas volar –

Ella despertó de un sobresalto, sus ojos llenos de asombro miraban al niño, que puro de inocencia le dijo tal cosa, dejó de llorar y tembló, tembló de miedo, pena e indignación, pues su inocencia, la que ella creyó perdió esa noche de la violación, no se había ido, estaba en su hijo, que aún ante el dolor, sonrió y le hizo ver que mañana juntos podían construir algo mejor.

¡Dios! Un relámpago iluminó la habitación, el niño con su piel marcada, la veía con un amor más allá de la comprensión, ella entendió que, en medio de su dolor, su héroe aquel por el que tanto clamó, no bajaría del cielo, salió de sus entrañas y estaba allí, frente a ella, dándole luz a su vida, mostrádole el camino.

Lo abrazó y lloró profundamente, de arrepentimiento, y le dijo al oído al pequeño niño:

  • Tú eres mi amor, tú eres todo lo bueno que hay en mí, estaba ciega. Perdóname, tú eres mi héroe y serás el héroe de muchos, porque me cambiaste la vida y harás el bien para otros –

Comenzó a llover esa noche, como si el cielo hubiese visto y escuchado aquella escena. Nació un héroe bajo la lluvia, porque cuando creemos que lo hemos perdido todo, sólo hace falta detenernos y preguntarnos qué necesitamos y que debemos hacer para alcanzarlo.

Los héroes existen, cuando tomamos decisiones valientes que cambian nuestras vidas y la vida de otros, dejamos de ser comunes y vamos más allá del estatus quo. El héroe ama profundamente y sabe que el amor debe evolucionar, debe hacerlo evolucionar en algo más grande que llegue a más corazones, a más almas.

Un hombre de 30 años, está de rodillas ante una tumba, y con flores en las manos, la mira mientras lágrimas corren por su mejilla, una brisa fresca lo abraza en aquella tarde de un sol cálido y protector. Entonces rompe el silencio de su sollozo melancólico y dice:

  • Tus nietos me llaman súper papá, dicen que todos los días salgo a salvar a la gente ¿puedes creerlo? Desde que fundamos juntos esa fundación de ayuda a las mujeres víctimas de violencia, creo que el mundo nos ve diferente, mamá. Gracias por sanar tus manos y tu corazón abrazándome todas las noches antes de dormir –

Se levantó de aquel lugar y una brisa suave le acarició mientras se alejaba. Dejó atrás la tumba, en cuyo epitafio se leía:

“Los dos fuimos juntos al parque, e hicimos que cientos de cometas de esperanza, volvieran a volar…”

No toda la lluvia tormentosa es mala, a veces viene a limpiar, a sacar el lodo de nuestro corazón, por más dolorosa, fría y pesada que la sintamos, a veces necesitamos sentirla para saber que podemos con ella. La vida está llena de pruebas de fe, la vida nos da todos los días lecciones en las que no hace entender lo frágil que es, lo fugaz que puede pasar. Los héroes sí existen, nosotros los construimos o destruimos a diario, depende de nuestras decisiones.

Es tiempo de entender que, aunque llueva todos los días, en algún momento, el saldrá el sol y el cielo estará despejado, así podrás mirar más alto y dar gracias, agradecer y hacer para seguir construyendo héroes que cambian la vida de muchos para bien.

Muchos buenos héroes nacen bajo la lluvia.

Autor:

Leonardo Soto

Mail: Lsoto@econleonardosoto.com

2 COMENTARIOS

  1. Buen relato, lleno de emotividad. Comparto que estamos rodeados de héroes invisibles, aquellos que con acciones desinteresadas llegan en el momento más oportuno, ante una emergencia.

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